miércoles, 27 de julio de 2011

La Etica en el siglo XXI


La ética, como una rama de la filosofía, está considerada como una ciencia normativa, porque se ocupa de las normas de la conducta humana, y para distinguirse de las ciencias formales, como las matemáticas y la lógica, y de las ciencias empíricas, como la química y la física. Las ciencias empíricas sociales, sin embargo, incluyendo la psicología, chocan en algunos puntos con los intereses de la ética ya que ambas estudian la conducta social. La Ética puede ser comprendida como la acción, conducta o comportamiento humano coherente con la teoría moral sobre el bien y el mal.

La ética ha experimentado en la primera década del siglo XXI un acelerado reconocimiento de su valor en toda actividad humana, en especial, en el trabajo profesional público y privado.

Nuestra época está viendo renacer, con fuerza y de forma masiva, la temática de los valores. Podríamos celebrar, si no fuera porque el principal énfasis de esta ola de temas éticos –que abarcan desde la ayuda humanitaria en desastres naturales hasta la solidaridad económica con los grupos de discapacitados, pasando por importantes cruzadas contra las drogas y campañas de cuidado al medio ambiente, entre otras– no tiene su origen en la compasión humana, sino la comodidad del consumidor. La primera, la compasión, es utilizada para alcanzar los fines de la segunda, la comodidad. No es casualidad que toda esta oferta de acciones éticas estén siendo encauzadas, difundidas y amplificadas a través de la televisión. La ética mediatizada, poco a poco, sustituye a la ética del compromiso: ver la imagen del marginado en la pantalla es más cómodo que dar una compañía real, cuerpo a cuerpo, a un enfermo. Lo real es sustituido por lo fantasioso. Y el poder de esta mediatización de los valores está en que es capaz de hacernos consumir sensaciones que nos hacen sentirnos humanos: lloramos frente al niño mutilado, sufrimos con la miseria del indígena (esto significa que aún somos sensibles y cierto bienestar particular nos llega con ese autorreconocimiento), pero la ética mediatizada siempre nos ofrece la salida fácil al exceso de dolor.

El siglo XXI será ético o no será, dice Lipovetsky. En otras palabras, la ética será, en este siglo, algo que se desee masivamente, pero será una ética mediatizada, acomodada, sin dolor. Actualmente podemos apretar el botón de un cajero automático y decirle “sí” al programa Bécalos: con dos pesos de donación nos convertimos en revolucionarios, en los transformadores del siglo XXI.

La ética es "la ciencia del comportamiento moral", plantearnos la necesidad de una nueva ética implica reconocer que el código ético actual, no es suficiente para asumir los cambios de moralidad que se están produciendo en este recién nacido siglo XXI.

La moral del individuo, de la familia, de la colectividad está sufriendo un cambio trascendental porque los valores, las estructuras sociales y las ideologías que han propiciado nuestro actual modelo de sociedad, y por ende, nuestro sistema ético, se están viendo profundamente afectadas por la revolución tecnológica, el acceso a las redes de información, el sutil cambio de lo individual a lo global. Hasta ahora, cualquier cambio de pensamiento, ideología, incluso el de la propia forma política del Estado, implicaba la modificación del código ético de la sociedad, pero eran cambios que se producían en un largo intervalo de tiempo, de tal forma que era casi imperceptible para la sociedad y el individuo.
Frente a ese cambio gradual, hoy el ser humano vive inmerso en una profunda revolución tecnológica, que ha producido en un corto espacio de tiempo, cambios trascendentales en la sociedad, posibilitando por ejemplo, la incorporación de la mujer al trabajo, la reducción de los horarios laborales, la aparición del ocio, la comunicación global a tiempo real, la invención medios de transportes que facilitan los viajes y el intercambio culturalÉ
Estos cambios llevan consigo una rápida modificación de los códigos éticos imperantes, que dejan de tener sentido y ya no sirven al individuo del siglo XXI, que tiene acceso a otras culturas, a otras formas de pensamiento, a otras manifestaciones políticas y religiosas. Esa aceleración en todos los ámbitos de la vida, y especialmente en el ético, junto con el abuso de los medios de información, provocan en el individuo una sensación de anarquía moral, todo vale, se invierten y pervierten los valores tradicionales a través de su uso mediatizado con fines meramente especulativos y crematísticos. El individuo percibe la confusión moral, la falta de referentes y criterios, y lo peor de todo, es que puede acabar instalado y acomodado en esta forma de vivir, de ahí que se diga que el siglo XXI será ético o no será.

Si queremos una nueva ética, antes será preciso que sepamos dónde estamos y hacia dónde queremos ir, de esta forma podremos, no inventar nuevos valores, si es que ello es posible, sino redefinir los valores que desde que el ser humano tiene conciencia le han acompañado y que están anclados en lo más profundo de su código genético. El reto no está en crear una nueva ética, sino en reinventarla, ajustar y redefinir los valores a las necesidades del ser humano actual y a la sociedad en la que desarrolla su existencia, redescubrir nuevos aspectos de valores tradicionales que, como el del respeto a la vida, podrían suponer un cambio profundo en las estructuras actuales, así por ejemplo, inculcar en las generaciones venideras el profundo respeto por los demás, como máxima manifestación de la naturaleza, y por encima de cualquier clase de poder, supondría liberar a la sociedad del yugo de la guerra, del hambre, de la destrucción de la naturaleza. Reactivando uno solo de los valores es posible cambiar el mundo.

Las transformaciones que estamos viviendo, tanto a nivel individual como social, demandan un nuevo sentido de los valores tradicionales, la sociedad está pidiendo a gritos que palabras como solidaridad, cooperación, laicidad, igualdad, fraternidad, libertad que han sido pervertidas por intereses espurios, se llenen de sentido, de un nuevo sentido, claro, definido, sin ambigüedades ni tergiversaciones interesadas, un sentido en sintonía a cómo quiere vivir el ser humano, un sentido que habrá de actuarse a través y desde la educación y la cultura, que serán los referentes indiscutibles de este siglo XXI, e inspirados por un sentimiento de espiritualidad, pero no en un sentido religioso o místico del término, sino en el sentido de íntima comunión con la naturaleza.

Codigo de Etica:
Fija normas que regula los comportamientos de las personas dentro de una empresa u organización. Aunque la etica no es coactiva (no impone castigos legales) el codigo de etica supone una normativa interna de cumplimiento obligatorio. Un código de ética es un conjunto de directrices que tienen por objeto establecer las conductas aceptables para los miembros de un grupo en particular, asociación, o profesión. Muchas organizaciones se gobiernan a sí mismos con un código de ética, sobre todo cuando se manejan temas sensibles como las inversiones, la asistencia sanitaria, o interacciones con otras culturas. Además de establecer un nivel profesional, un código de ética también puede aumentar la confianza en una organización, mostrando desde fuera que los miembros de la organización se comprometen a seguir las normas éticas básicas en el transcurso al realizar su trabajo.

Ejemplos de Codigos de Etica:

·         Aceptar completa responsabilidad por su trabajo.
·         Ser justo y veraz en todas las afirmaciones, especialmente en las que sean públicas, relativas al software o documentos relacionados, métodos y herramientas.
·         Estar dispuesto a donar las capacidades profesionales para buenas causas y contribuir a la educación del público en general con respecto a esta disciplina.
·         Deberá el Relacionista comportarse en toda ocasión y circunstancia en forma tal que merezca y obtenga la confianza de aquellos con quienes labora.
·         Realizar un ejercicio profesional, ético y responsable de su actividad.
·         Comunicar inmediatamente al órgano de administración, cualquier hecho o situación que pudiera suponer o llegar a ocasionar un conflicto entre el interés de la empresa y el particular del administrador o directivo y abstenerse de intervenir en su resolución.
·         Facilitar la transparencia y el control de sus retribuciones de modo que se garantice su adecuación a su nivel de responsabilidad y desempeño y a las características de la empresa.
·         Mantener la confidencialidad de los antecedentes, datos y documentos a los que tengan acceso por razón de sus funciones en la empresa, incluso después de haber cesado en ellas.

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