miércoles, 31 de agosto de 2011

EL ACTUAR ¿MORAL Y RELIGIOSO?


El comportamiento del hombre y de los grupos sociales, está regulado por determina­das acciones y actividades, unas de tipo ma­terial y otras de índole espiritual.

Creemos que las acciones que caen en el campo espiritual son las que más influyen en la conducta personal y colectiva del hombre y del grupo social, entre las que se destacan la moral y la religión.

Pero ¿qué es la moral? No podemos verla ni tocarla como podríamos hacerlo con un objeto cualquiera, porque la moral es un conjunto de Facultades del espíritu. Es una virtud que está en nuestra interioridad que valoriza la rectitud de los actos humanos, conscientes y libres, y que sólo podemos demostrarla o exhibirla, observando una con­ducta intachable ajustada a los principios éticos que demanda y exige la sociedad don­de nos ha tocado vivir.

La justicia, aplicada por una familia, una tribu, un tribunal, o cualquier grupo humano organizado, es una demostración fehaciente de que la sociedad concede una valoración moral a los actos humanos, lo que de por sí constituye un gran fenómeno social.

En otro sentido, la moral es la ciencia que enseña las reglas que deben seguirse para ha­cer el bien y evitar el mal. Tomando en cuen­ta esto, ella constituye uno de los elementos esenciales de todas las religiones, las cuales se ocupan de sus límites, tratando de definir lo lícito o lo ¡lícito dentro de cada una de ellas.

Otra pregunta que obligadamente surge es la siguiente: ¿Qué es la religión?. La Religión está llamada a enseñar al hom­bre un conjunto de normas para orientar su conducta y valorar sus actos, por eso sé afir­ma que ella constituye el mayor freno para el buen comportamiento del individuo en la sociedad.

La religión, también, es el medio por el cual el hombre tributa el culto, el amor, el respeto y la reverencia a Dios, como ser su­premo de la humanidad.
Aún cuando no se cumplan ni practiquen los ritos de una iglesia determinada, la creen­cia religiosa es necesaria en todo hombre ci­vilizado. Por eso, puede afirmarse que resul­taría nociva y hasta peligrosa, la indiferencia religiosa del ser humano, pues, tradicional­mente, la religión ha constituido el factor básico en la formación humana.

La mejor forma de enseñar el contenido de la religión es predicando con la palabra y practicando con el ejemplo los principios y fundamentos que la misma encierra y predi­ca.
La religión es sinónima de fe, piedad, creencia y devoción, por lo que, junto a la moral tiene una influencia decisiva en la conducta personal y social del individuo.

Ambos regulan el comportamiento humano frente a la sociedad y a los semejantes a quienes el Señor recomienda "amaos los unos a los otros", tal como reza uno de los diez mandamientos de la Ley de Dios.

Finalmente, podemos afirmar que si la re­ligión y la moral influyen en la conducta personal, también influyen en el comportamiento de la en general lo que constituye una efectiva contribución para la comprensión y la paz moral. Por esta razón. Debemos estimular que todo hombre profese una religión o un credo determinado, evitando la existencia en la sociedad de hombres indiferentes, a quienes les importa un comino que en la comunidad haya guerra, odios e intranquilidad.

La rectitud de la moral y la pureza de la religión, son factores positivos en la organi­zación y dirección de los pueblos para obte­ner una conducta de integración social de los hombres y de las naciones que forman es­te mundo ávido de paz, comprensión y con­cordia.



La Moral y la Religión
la moralidad es religión muerta y en cambio la religión es moralidad viva. La moralidad se parece a la religión pero a diferencia de ella que es fresca y joven la moralidad es vieja, heredada, sin convicción.
 
La moral sigue a la persona religiosa como una sombra, es algo natural y la conciencia se convierte en el único refugio.

Cuando una persona es consciente actúa correctamente porque su acto es consciente y ese acto nunca puede estar mal. Si es consciente es religiosa y está despierta. Esa calidad de estar despierta hace que sus actos sean buenos naturalmente.

La persona religiosa es moral y la persona moral es religiosa. De su conciencia brota la inocencia, surge el acto correcto por su propia voluntad.

Cuando la moralidad es adquirida y no religiosa todo el tiempo hay que estar pensando qué es lo que está bien y qué lo que está mal. No contamos con nuestro discernimiento y entonces tenemos que depender de la mente colectiva que nos rodea.

La religión es sincronicidad y la moral adquirida es causal, porque la religión surge en uno mismo.

Sólo una persona religiosa puede ser un individuo, la persona con moral tradicional tiene varias personalidades para enfrentar diferentes situaciones. El problema es que cuando se tiene muchas caras uno ya no recuerda cuál es la verdadera.

El moralista siempre está haciendo esfuerzos para imponer su moralidad a los demás y así poder manipularlos.

La moralidad religiosa significa conciencia y si uno vive consciente se vuelve cada vez más consciente, más moral.

Creo que si tenemos moral y somos en consecuencia religiosos, estamos alineados con el orden universal y estamos seguros y a salvo.




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